"Hasta hace unas pocas décadas fumar era sinónimo de elegancia, sofisticación y hasta intelectualidad. La efectiva publicidad de las compañías tabacaleras y el cine lograron hacer del cigarrillo un accesorio obligatorio para miles de personas que se sentían identificadas con la enigmática personalidad de Humphrey Bogart, la sensualidad de Marlene Dietrich o la virilidad del hombre Marlboro sólo por tener un cigarro dando vueltas entre los dedos"
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