A diferencia
de lo que ocurría hace al menos cincuenta años cuando fumar era símbolo de
estatus, un privilegio propio de los caballeros, una ceremonia rodeada de
sofisticación y rito a la que incluso se reservaban lujosos salones, una acción
aspiracional promovida en las películas de Hollywood, hoy en día es una
práctica social rechazada en cada vez mayores círculos.
Los adictos a la nicotina argumentan que se trata de una práctica
discriminatoria de los ex fumadores arrepentidos, una conjura de las buenas
conciencias sanitarias en contra de la libertad, lo cierto es que cada vez son
más las personas que conocen los efectos del tabaco sobre la salud de quienes
fuman, como de los que se encuentran a su rededor y procuran protegerse.
El costo social para el fumador crece todos los días. Conforme se extiende la
conciencia sanitaria se cierran los círculos sociales. Los amigos y compañeros
prefieren la compañía de no fumadores, se retiran de los lugares con humo de
tabaco y extienden sus limitaciones al no fumar dentro de sus casas y
automóviles.
Las empresas son particularmente estrictas al respecto y separan entre las
solicitudes de empleo a las personas fumadoras por los costos implícitos que
significan sus ausencias por enfermedad, seguros médicos y gastos de
mantenimiento en aire acondicionado, pintura, alfombras y cortinas de los
inmuebles.
El arrendamiento de inmuebles y despacho pasa por la misma condición. Los
arrendadores prefieren inquilinos que no fumen y establecen cláusulas en los
contratos que prohíben el fumar para disminuir sus costos en mantenimiento y
seguros.
Por lo que hace a los restaurantes, bares, salas de concierto, oficinas,
salones de fiesta, edificios públicos y otros lugares de convivencia, los gobiernos
de todo el mundo han prohibido el consumo de tabaco dentro de sus instalaciones
y fomentado la adecuación de espacios especiales dentro de esos
establecimientos dirigidos a los fumadores.
Fumar es un acto voluntario que cualquier persona puede realizar en privado sin
afectar a ninguna persona. Los costos para la salud son ampliamente conocidos
mientras ahora comienza a conocerse el creciente aislamiento a que se someten
los adictos a la nicotina.
Otrora complemento para la distinción y convivencia social, el tabaco se ha
convertido en un pesado lastre para la sociabilidad, una razón para el rechazo
cuando no para la discriminación y el confinamiento de los fumadores.
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